Y cuando se marchó, me prometió entre lágrimas y gritos que jamás volvería a mi lado.
Pero yo no estaba preocupada, no. Yo estaba segura de que iba a volver, por el simple hecho de que ella sabía que yo estaría aquí una vez regresara-a pedirme perdón- con los brazos y mi corazón abiertos de par en par.